lunes, 8 de octubre de 2012


La lluvia en mi ventana

Afuera llueve y los truenos retumban en la ventana; las gotas escurren muy lentamente sobre el cristal y yo sin darme cuenta, de pronto me encuentro extasiado, observando la lluvia a través de la ventana; de pronto mi mente toma otro rumbo y se dirige a hacer un viaje retrospectivo de mi vida, y empiezo a preguntarme cómo es posible que me haya dejado atrapar por las prisas del ritmo de la sociedad, si la vida tiene sus propios ritmos y estos no han sido con los que yo he vivido. ¿Acaso por mucho que yo haga, puedo impedir esta maravillosa lluvia? La mayoría de las veces mi consciencia materialista si llueve empezará a quejarse de la lluvia porque, me mojare y me puedo enfermar, porque las calles se llenan de baches, porque aumenta el tráfico ¿En qué momento deje de percibir las cosas con la magia de la inocencia de mi niñez? Pues, cuando llovía era algo maravilloso para salir a mojarse, a jugar bajo la lluvia e imaginarse un mundo de aventuras; esos tiempos de mi vida, cuando que lloviera no era un problema, sino una maravillosa oportunidad de poder ver las cosas y hacer cosas, pero desde la perspectiva de la lluvia. Hoy ya no me mojo más bajo la lluvia, ni siquiera me detengo a contemplarla y mucho menos tengo el tiempo de jugar con ella. ¿Pero en que viejo tonto me estoy convirtiendo dejando escapar las mejores experiencias que la vida tiene para mí? Debo de dejar de contemplar la lluvia desde mi ventana y permitirme sentirla en mi rostro y en mi cuerpo, sin importar que eso me enferme, ya que vale la pena cada gota que me cubra, pues que mayor bendición puedo tener que la sensación de estar vivo, y poder gozar y disfrutar de todo aquello que la vida me brinda; pues llegará el día en que las lluvias me busquen y yo ya no esté aquí para salir a su encuentro y jugar con ellas. En definitiva, creo que he sido un mal amigo ya que tiene mucho que deje de acudir a las citas con mi amiga la lluvia; y con todos mis demás amigos y amigas que la vida me ha brindado.
En definitiva debo de ser más abierto a vivir todas las cosas maravillosas que la vida me ofrece, e  invertir más en experiencias y menos en pertenencias, pues sólo tengo está vida y lo único que tengo claro y seguro que me llevaré conmigo, el día que tenga que partir a nuevos horizontes, serán los recuerdos de lo VIVIDO.

Miguel A. Rodríguez F.

La lluvia en mi ventana


La lluvia en mi ventana

Afuera llueve y los truenos retumban en la ventana; las gotas escurren muy lentamente sobre el cristal y yo sin darme cuenta, de pronto me encuentro extasiado, observando la lluvia a través de la ventana; de pronto mi mente toma otro rumbo y se dirige a hacer un viaje retrospectivo de mi vida, y empiezo a preguntarme cómo es posible que me haya dejado atrapar por las prisas del ritmo de la sociedad, si la vida tiene sus propios ritmos y estos no han sido con los que yo he vivido. ¿Acaso por mucho que yo haga, puedo impedir esta maravillosa lluvia? La mayoría de las veces mi consciencia materialista si llueve empezará a quejarse de la lluvia porque, me mojare y me puedo enfermar, porque las calles se llenan de baches, porque aumenta el tráfico ¿En qué momento deje de percibir las cosas con la magia de la inocencia de mi niñez? Pues, cuando llovía era algo maravilloso para salir a mojarse, a jugar bajo la lluvia e imaginarse un mundo de aventuras; esos tiempos de mi vida, cuando que lloviera no era un problema, sino una maravillosa oportunidad de poder ver las cosas y hacer cosas, pero desde la perspectiva de la lluvia. Hoy ya no me mojo más bajo la lluvia, ni siquiera me detengo a contemplarla y mucho menos tengo el tiempo de jugar con ella. ¿Pero en que viejo tonto me estoy convirtiendo dejando escapar las mejores experiencias que la vida tiene para mí? Debo de dejar de contemplar la lluvia desde mi ventana y permitirme sentirla en mi rostro y en mi cuerpo, sin importar que eso me enferme, ya que vale la pena cada gota que me cubra, pues que mayor bendición puedo tener que la sensación de estar vivo, y poder gozar y disfrutar de todo aquello que la vida me brinda; pues llegará el día en que las lluvias me busquen y yo ya no esté aquí para salir a su encuentro y jugar con ellas. En definitiva, creo que he sido un mal amigo ya que tiene mucho que deje de acudir a las citas con mi amiga la lluvia; y con todos mis demás amigos y amigas que la vida me ha brindado.
En definitiva debo de ser más abierto a vivir todas las cosas maravillosas que la vida me ofrece, e  invertir más en experiencias y menos en pertenencias, pues sólo tengo está vida y lo único que tengo claro y seguro que me llevaré conmigo, el día que tenga que partir a nuevos horizontes, serán los recuerdos de lo VIVIDO.

Miguel A. Rodríguez F.

LA OTRA FORMA DE PENSAR