miércoles, 7 de agosto de 2013

LOS MIEDOS DEL HOMBRE Y SUS CONJUROS




LOS MIEDOS DEL HOMBRE Y SUS CONJUROS

El hombre desde el primer momento en el que fue un ser consciente, vio nacer en él algo que hasta el día de hoy lo conoce como miedo; si miedo a todo aquello que escapa a su comprensión, y al percatarse que no era capaz de poderse deshacer de él, empezó a darse a la tarea de desarrollar formas de pensamiento que le permitieran alejar esos miedos de su mente.
Tres son las formas en las que el hombre aprendió a conjurar sus miedos y hasta hoy en día, sigue haciendo usos de estas herramientas:
·         la religión: que es la practica humana de creencias existenciales, morales y sobrenaturales,
·         la filosofía: que es la encargada de responder las grandes interrogantes que inquietan al hombre, como lo son ¿el sentido de la vida ?, ¿qué somos?, ¿de dónde venimos?, ¿a dónde vamos?, pero además, la filosofía alberga en su interior a la metafísica, que dicen los que saben del tema, que es la que se encarga del estudio del ser, sus propiedades, principios, causas y los fundamentos esenciales de su existencia,
·         y la ciencia: que es el conjunto sistematizado y estructurado de conocimientos adquiridos mediante el uso de rigurosos métodos
Entre estos tres ejes se mueve el hombre buscando dar sentido a su vida y a lo que le rodea, y no es que uno de ellos le sea más relevante que el otro, los tres son igualmente importantes; quizá lo único que cambie es la frecuencia a la que se acerca a cada uno de ellos y eso va a depender de cada tipo de hombre, pero al fin de cuentas todos sin excepción en algún momento de su vida recurren a cada uno de ellos.
Pues, una de sus fuertes motivaciones, para desarrollar estas formas de pensamiento, es su incapacidad para aceptarse solo en el universo y que su existencia es efímera, es decir, que no se puede perpetuar en su estado consciente a lo largo del tiempo.
Necesita saber que más allá de lo que él conoce a través de sus sentidos y su razón debe de haber algo más para lo que está destinado, y que su destino debe ser de una grandeza tal, que aún no la alcanza a comprender; pues le es imposible aceptar la futilidad de su existencia.
Sin embargo dejando de lado los miedos y prejuicios que cada uno arrastra, es importante mantenerse en la búsqueda, pero más que la búsqueda de la verdad (pues quien podría decir a ciencia cierta que la ha encontrado), se hace necesaria la búsqueda y el encuentro con nosotros mismos, con esa parte en la cual nosotros podemos sentirnos en paz y en armonía con el exterior. No puedo atreverme a decir  al encuentro de la verdad, porque soy un fiel creyente de la relatividad, y considero que la verdad no escapa a ésta.
Además estoy plenamente convencido que en este navegar por la vida, llevamos un mapa (podríamos llamarle sentido común), que nos guía a través de ésta, sin embargo para poder ser un buen navegante, debemos empezar por encontrar el mapa y sus señales, encontrándose las señales en todo lugar y en cada momento de nuestro andar y si logramos verlas nos podrán llevar al encuentro de nosotros mismos.
Nuestra navegar por la vida es posible, gracias a la ayuda que nos brindan dos faros que nos guían en nuestra búsqueda, la observación (duda de lo que no te conste), que es el principio de defendía Sir Francis Bacón para la búsqueda del conocimiento verdadero y el razonamiento (piensa siempre y examina, permitiéndote dudar de todo aquello que no comprendas o no conozcas por ti mismo), principio defendido por René Descartes, quien sostenía que la forma para llegar al conocimiento verdadero es a través del razonamiento de las cosas. Sin embargo, la una no cancela a la otra, más por el contrario, ambas se complementan para la búsqueda del conocimiento y comprensión de las cosas.
De manera que, si en verdad quieres ir a tu propio encuentro, bien harás en escuchar, más no creer en todo lo que te digan, pues es lo que observes y razones, es lo que en verdad te podrá llevar a conclusiones, que te permitan la comprensión y entendimiento de la vida y sus cosas.



MIGUEL ANGEL RODRIGUEZ FELICIANO

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LA OTRA FORMA DE PENSAR