domingo, 7 de diciembre de 2008

DE ACTITUDES A ACTITUDES


Hoy en día, vivimos una vida rápida y convulsionada, donde todo mundo corre aunque no sabe a dónde va. Todo mundo vive irritado y a la menor provocación, arremete contra la gente cercana; además, todo mundo opina y cree tener la razón; pero ya nadie oye. Juzgamos con ligereza y además condenamos todo aquello que no comulga con nuestras ideas. No somos capaces de tener empatía, es decir ponernos en los zapatos de los demás, pero si demandamos de todos la más absoluta de las comprensiones.

El compromiso social sólo obedece a los intereses personales, poco a poco se han ido perdiendo los intereses y compromisos de grupo. Y el resultado de esto es una sociedad cada vez menos agradable, porque en lugar de disfrutar de la convivencia social, ahora se compite en todo lugar y en todo momento y en lugar de ver en el prójimo a un posible amigo, vemos sin lugar a dudas a un competidor que nos puede arrebatar la gloria y el éxito.

Y todo esto, es debido a una actitud hostil que empezamos a adoptar ya desde muy temprana edad; sin embargo como muchos de los términos que usamos, la mayoría de las veces no tenemos una clara idea del significado de las palabras, por lo que en esta ocasión hablaremos de la “Actitud”.

Por principio de cuentas, se considera a la actitud como una cierta regularidad en la forma de sentir y pensar, así como la predisposición del individuo para actuar en relación con algún aspecto de su ambiente, mostrándose en una forma de respuesta “positiva” o “negativa”, hacia alguien o algo; pero además es necesario hacer mención que cualquier actitud es aprendida y pude llegar a permanecer bastante estable con el tiempo. Contrario a lo que se pudiera pensar, las actitudes son adoptadas por los individuos, de grupos con los que simpatiza.

Así que, aprendemos actitudes del mismo modo en que aprendemos todo lo demás. Al aprender la información nueva, con ello aprendemos también los sentimientos, los pensamientos y las acciones que están en relación con ella. Y en la medida en que seamos reforzados por la información adquirida, el aprendizaje perdurará.

De manera que las actitudes se componen de tres elementos: lo que él individuo piensa (componente cognitivo), lo que siente (componente emocional) y su tendencia a manifestar los pensamientos y emociones (componente conductual).

Todos tenemos determinadas "actitudes" ante los objetos que conocemos, y formamos actitudes nuevas ante los objetos que para nosotros son también nuevos. Siendo las emociones el principal ingrediente en las actitudes; ya que ante la presencia de un objeto o determinada situación, se pueden experimentar sentimientos positivos o negativos.

Pero, una vez formada una actitud, es difícil que se pueda modificar, pues estas dependen en gran medida de la cultura del individuo como son: sus creencias, convicciones y juicios que se pueden remitir al seno familiar, por lo que el individuo se forma actitudes desde los primeros años de vida y las llega a reforzar con el tiempo. Además de la familia aprenderá otras de la sociedad en donde se desarrolle y por último habrá actitudes que dependerán directamente de él mismo.

Sin embargo a pesar de ser muy difícil cambiar una actitud, hay ocasiones en que las actitudes pueden modificarse, influyendo en ello diversos factores como: cambiar de grupo social y asimilar las nuevas actitudes de éste; pero lo que en mayor grado puede cambiar una actitud es la información que se tiene acerca del objeto.

De manera general, las personas atribuyen lo que sienten a lo que hacen; teniendo una falsa idea al respecto, pues son los sentimientos y lo que pensamos, lo que nos hace actuar de determinada forma.

De manera que si vigilamos de manera permanente nuestros sentimientos y nuestros pensamientos, para ir eliminando aquello que es nocivo y perjudicial, podemos tener más actitudes positivas y con ello aumentar nuestro grado de bienestar emocional, mental y físico.

MEJOREMOS NUESTRAS VIDAS TENIENDO UN CAMBIO DE ACTITUD CONCIENTE, SOBRE COMO ESTAMOS ACTUANDO, CON NUESTRAS FAMILIAS, CON NUESTRA SOCIEDAD Y CON NOSOTROS MISMOS.


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LA OTRA FORMA DE PENSAR